Llevaba algunos meses sin entrar...
Nunca consideré en serio que esto pudiera llegar a ocurrir. No se piensa eso de las personas
vitales, de esas personas con las que empatizamos, que nos sorprenden favorablemente por su genialidad, su ingenio y su genio.
En estos casos uno siempre piensa que esta mala racha se pasará.
Y, sin embargo...
Lo siento muchísimo.
De nuestras conversaciones por teléfono, planeando los fusiles ideales para mis fines, esos nimios detalles tan importantes... sonrío ahora al acordarme de mi "sonrisa" escéptica cuando, por encima de mis indicaciones y sin rodeos ni florituras me decía
aquello que iba a hacer y que si nó no hacía nada. No era negociable. Tanta seguridad y tanta contundencia de convicción cuando menos amedrentaban y obligaban a darle carta blanca.
Y tenía razón, y lo hacía muy bien... y te sorprendía porque todo era mejor de lo hablado y estaba hecho con el detalle y el primor de aquellos que hacen lo que les gusta.
Ramón era
" un hombre de bien". Un hombre que podía decir con esa tranquilidad que da el haber sido un buen hijo, un buen esposo y un buen padre, aquellos versos del ilustre Dominicano Almeriense y gran poeta el Padre Alfonso Gazquez
O.P.:
Cuando me ciña la muerte,
con aquel abrazo fuerte,
con aquel abrazo frío
que es el abrazo final,
Bajaré a la Sepultura,
Sin temor, sin amargura
porque el dulce plectro mío
no ha cantado nunca el mal
Descansa en Paz.