Sí, es una novela romántica y lo nuestro es más obsesión, pero da juego porque esperaba encontrar un agua impescable de sucia y al final no estaba tan mal, sí, tapada de cojones y visibilidad de palo de ciego pero dejaba pescar en los primeros metros que es lo que necesitaba.
Empiezo la ruta y aunque es a pocos metros, entre 3 y 7 máximo es complicado caer donde quieres porque no se ve un pimiento, pero se cae más o menos y con un pequeño acecho me posiciono donde quiero. Son días en los que el comezón se apelotona en ciertas piedras o grietas y están muy asustadizos, no quiere decir nada porque como está el agua para estar acojonados
pero cuando topas con una piedra así te anima.
Y en eso que caigo en una, me oculto bien entre dos piedras y veo que a la izquierda hay una bola de castañuelas y a la derecha....nada, sigo la espera y a mitad más o menos por el rabillo del ojo derecho intuyo una sombra, me fijo y veo otra, me convierto en una pegatina en el suelo tapado por 4 centímetros de posidonia que va y viene, calculo entre 2 y 3 ejemplares que apenas intuyo entre la niebla, buena señal porque cuando veo las sombras están a tiro pero al mismo tiempo hay que estar atento ya que el margen para disparar es muy poco, al momento veo una de las sombras que es sensiblemente más grande que las otras, target bloqueado, ya no hay nada más, sigo esa sombra, se aproxima otro por arriba, paso de él, detrás viene la sombra que busco, está a tiro, disparo y el carrete empieza a sonar con fuerza, el tiro sé que es bueno pero mejor dejar que se enroque, recupero hasta la vertical, bajo a por él y disfruto del precioso trofeo de invierno.
Sigo pescando pero no veo nadas más, así que salgo con el correspondiente fresquito de la época y para casa.