Los lances con los dentones no se olvidan. Ni los fallidos ni los exitosos. Y es que algo tiene este animal que nos hace enloquecer. Será su mirada, incisiva y desafiante. Será su elegante natación, potente y segura. Será su comportamiento, impredecible y desconfiado, a la vez inteligente e impetuoso.
No se olvidan. Cada lance con un dentón es un enfrentamiento emocional completo, como si pudieras hablar con él. Como una partida de ajedrez, moviendo ficha alternativamente hasta que finalmente uno de los dos pierde. Son partidas cortas y frenéticas y lo normal es que acaben en retirada.
Algo tiene el dentón que hace que algunos nos olvidemos de casi todo lo demás. Nos dedicamos a su pesca al 100% deseando en cada espera ver aparecer de las tinieblas esos morros blancos llenos de dientes. O esa silueta azul eléctrica, morada, lila, apareciendo y desapareciendo, entrecruzándose entre ellos, susurrándose cosas y poniendo a prueba nuestros nervios, nuestra paciencia y nuestra capacidad.
Hay veces que no quieren jugar, pasan de ti, no te hacen caso... adios, goodbye, arrivederci... pero como entren al juego, ten por seguro que el lance será inolvidable.
Numerosas jornadas de vacío. Duras jornadas invernales insistiendo contra el frío y los temporales, contra el agua sucia, contra la profundidad y contra el lastre excesivo de nuestra equipación. Mucho tiempo esperando, no la suerte de coger un dentón, sino de tener la oportunidad de demostrar que puedo hacerlo.
Todo empezó con una gorra. Navegábamos velozmente hace unos meses surcando las aguas con rumbo a un waypoint cuando la gorra que llevaba puesta decidió que era el mejor momento para darse un paseo. Salió volando sin avisar para ir a caer en la estela de la barca. Paramos y volvemos sobre nuestros pasos para cogerla cuando... ¡eh, espera un momento! ¿has visto la sonda?. La sonda mostraba un fondo muy irregular, con bastante piedra y bancos de peces pequeños.
Desde aquella vez hasta este fin de semana, esa marca me ha dejado en la retina algunas de las imágenes más bonitas de dentones que he visto. Durante muchas jornadas he visitado ese punto con el ánimo de tener algún lance, pero nunca han querido jugar. Se dejan ver, una, dos veces como mucho para desaparecer el resto de la jornada. Esa ha sido la historia de los últimos meses. Dentones grandes recelosos y pasivos.
Este fin de semana la historia iba a cambiar. El sábado quedo con un amigo, que aunque no pesca, le apetecía venirse a pasar el día en la barca por ahí. Salimos tranquilamente y vamos tocando algunos puntos sin éxito. Aunque el panorama ha cambiado sustancialmente. Tras un mes de parón por temporales y algún constipado, no me encuentro mal en el agua. La temperatura ha ascendido un grado o dos, se nota. Hay mucha más actividad en el fondo. Se prevee una jornada interesante.
Tras tocar dos o tres puntos, tomo la decisión de que hay que ir ya a mi hotpoint. Estoy viendo dentones en casi todos los puntos, por lo que espero verlos también en este sitio. El mar está completamente parado. No sopla la más mínima brisa y la bruma que hay hace que no se distinga donde termina el mar y donde empieza el cielo. Parece un espejo de plata.
Llegamos al punto y fondeamos. Me tomo mi tiempo, no hay prisa. Ya en el agua, un par de caídas de reconocimiento para ubicarme bien. Hay ambiente, las castañuelas están agrupadas mientras que las bogas ocupan prácticamente toda la columna de agua. No hay signos de dentones. Sin embargo en una espera, por mi espalda, aparece el banco. Primero un par de ejemplares y poco a poco el resto. Tranquilos y desconfiados se pasean por detrás de mi, no intento nada pues estoy completamente descubierto. Desaparecen.
Ya me temo lo peor, como en el resto de ocasiones, ya me han visto y no volverán a aparecer. Continúo con mis esperas, tres o cuatro después sigo sin verlos y en la última una lubina de buen porte me entra también por la espalda (ya me planteo hacer las esperas al revés...). Asumo el fallo y me planteo cambiar de sitio. Pero antes, un último intento. Me separo de la zona un poco y pruebo por fuera. Al poco de caer, aparece una silueta cilíndrica, por un momento pienso que es una lubina, pero no, es un mújol de muy buen tamaño. Como voy a cambiar de zona, decido probar sensaciones con el abellán y en un tiro largo lo dejo en el hilo más tieso que la mojama.
Con el ánimo in crescendo, decido que puedo probar otra vez a ver si hay alguna lubina u otro mújol, que también me valen para un caldero. Preparo bien la apnea y caigo, lentamente sobre el fondo ondulado cubierto de posidonia. Me oculto y tras una primera panorámica general, veo un buen dentón en el límite de la visibilidad. Rápidamente me agacho y lo pierdo de vista mientras aprovecho para sacar el fusil en esa dirección. Las hojas de posidonia, recortadas por los levantes, me hacen de parapeto y miro por el hueco que deja el fuste del fusil. ¡Ahí están! ¡Es el banco entero!. ¡Y parecen nerviosos!, mi posición es buena y acabo de llegar al fondo, tengo toda la apnea por delante para jugar con ellos. Así que comienzo moviendo ficha, me incorporo un poco sobre la posidonia, veo todo el banco, algún cacharro bueno hay por ahí... e inmediatamente, me vuelvo a agachar. No veo casi nada, tapado por la posidonia, pero creo que ha surtido efecto, pues veo algunas cabezas dirigirse hacia aquí, girándose a cierta distancia. Están ahí, y están intrigados, les he pillado por sorpresa. Ahora un ruidicito gutural y muevo el fusil un poco lateralmente de manera que aparto un poco la posidonia dejandome una ventana más amplia. Siguen ahí, están cachondos. Pongo toda mi atención en uno bueno que me enfila, parece decidido a entrar, apunto y aguanto, un poco más, un poco más. Se gira. Chack!. La varilla le pasa de ojo a ojo y lucha por meterse en la posidonia pero no le dejo y lo despego del suelo sin problemas. ¡Es mío!. ¡Por fin! Después de tanto tiempo, ¡un dentón bueno! de unos 3.5kg.
Ahora si, cambio de zona, ya volveré más tarde.
Con el ánimo por las nubes me voy a buscar lubinas. Tengo un par de sitios que mirar a ver si el levante ha traído alguna. Llego al primer sitio y nada más fondear veo como el pescado pequeño boquea en la superficie, ¡hay una cantidad inmensa de bogas! Ahora el que está cachondo soy yo. Me voy al agua, despacito, sin prisa.
Empiezo con mis esperas, no hay rastro de lubinas, ni de depredadores, las bogas ocupan todo lo que se puede ver pero no se agitan ni se agrupan. Raro raro. Si hay algún depredador desde luego no está cazando. Al final de una espera veo dos dentones medianos a lo lejos, se van. Busco una nueva posición y hago una nueva espera. Caigo y me coloco tapado de nuevo en una hondonada entre la posidonia. Primera panorámica y las bogas se vienen al suelo abriendo un tremendo pasillo, se me dispara la adrenalina al ver aparecer un morro blanco entre ellas. ¡Toma dentonaco!. Después otro, y otro, y otro... de nuevo un banco. Un poco pasivos, van a estar difíciles. Paciencia, tengo tiempo pues acabo de llegar al fondo y me he preparado bien. Vamos a dejarlos a ver que hacen. Dan vueltas cruzándose entre ellos, alguno encara un poco pero se gira enseguida. No dan opción, hay que picarles... me incorporo un poquito y me vuelvo a agachar metiendo la cabeza entre la posidonia y mirando por el hueco que deja el fusil. Funciona, se acercan un poco más. Ahora una llamadita suave. A priori la llamadita parece haberles asustado pues han hecho un movimiento un poco brusco y han retrocedido, pero ahora vuelven más activos y nerviosos. Uno de ellos, de pequeño tamaño viene a media altura, decido no moverme, si paso desapercibido para el puede que alguno grande se decida después, no hay que asustarle. Me concentro en no moverme, en no mirarle. Sigo a los demás, pero... ¡Eh! ¡tengo un dentonaco a un metro mía! la posidonia me tapaba su trayectoria pues venía pegado al fondo. Intento mover un poco el fusil para encararlo pero es demasiado tarde, se asusta y con el todo el banco. Ocasión perdida, ¡no podía estar pendiente de todos!.
Alguna espera más en la zona, pero ya no hay más ocasiones. Cambio de zona en busca de mi lubina y la encuentro, aunque no es muy grande, el tiro muy fácil.
Aún da tiempo para un par de sitios más. Vamos a un sitio muy bueno para mi, donde hemos vivido grandes momentos pero en esta ocasión no hay vida. La sonda apenas muestra nada y me tiro al agua con poca convicción. Efectivamente, no hay nada interesante. Solo queda una última carta que jugar antes de volver a casa, voy a probar de nuevo los dentones del hotpoint de la gorra.
A priori me parece un poco ir por ir, otras veces que hemos hecho lo mismo, tras verlos la primera vez, ya no aparecen en toda la jornada, por lo que hoy, tras haber incluso disparado, me parece más que imposible que se pueda repetir la ocasión, sin embargo, siempre te queda esa pequeña duda que alimenta la ilusión y el ¿por que no?. Fondeamos y decidimos que es buena hora para tomar un pequeño tentenpie (son ya casi las 5 de la tarde). Después de comer, aunque sea poco, ya veremos que pasa con mis apneas... con el cansancio acumulado de todo el día, el hombro que me molesta por que me lo he sacado arrancando el motor esta mañana. En fin, el último cartucho. "Bajo, mato un dentonico y nos vamos" le digo a Alex de cachondeo para hacerle ver que no estoy para muchos trotes ya y que nos vamos a ir volviendo enseguida.
Me tiro al agua, cojo las referencias del waypoint y me coloco, me preparo, respiro, relajo... ¡pabajo! El ambiente pondría cachondo a cualquiera. Bogas y castañuelas, agrupadas por separado y pegandose al fondo. Voy cayendo mientras giro sobre mi mismo para ir viendo el movimiento y orientarme antes de tocar el fondo. Estoy cayendo sobre un hondo rodeado de grandes viseras. Veo por encima de un montículo dos sargos breados gordotes. Me pongo como una moto por que se lo que quiere decir eso... buff... Toco el fondo y me impulso con la mano hacia el promontorio para ganar terreno ya que si hay dentones no pasarán de ahí. Me preparo, me pongo y ¡SI!, ¡ahí están! dando vueltas varios ejemplares grandes a dos metros de la punta de mi fusil. Solo tengo que elegir. Y elijo bien.
¡Increíble! ¡no me lo puedo creer! este es más grande incluso que el primero. Me subo a la barca loco de contento, ¡que ilusión! dos dentones buenos el mismo día y record personal también en peso. Fotos y más fotos para rememorar este día tan magnífico.
