Son las 2 de la tarde del sábado y todavía estoy en el Hospital. Mi hijo Gabriel ha tenido una crisis de asma por la noche y lo hemos tenido que llevar, porque si no, se nos ahogaba. Despúes de 5 chutes de ventolín parece que sus pequeños pulmones van reaccionando. Pobre criatura, y todo esto sin poder quejarse.
Bueno, parece que nos dan el alta y a mí ya me pica el culo para meterme al agua. En cuanto llego a casa, me hago una pedazo de tortilla con champiñones salteados al ajillo y gambas, que también estaban al ajillo. Me supo a gloria y a ajo. Que buenas manos me ha dado Dios para la cocina!!
En cuanto veo que el ambiente se relaja en casa, me escabullo por la puerta, cual sabandija, y pongo rumbo al puerto. Mis huesos acusan el cansancio de la semana con los niños y de la noche en el hospital. Mi mujer se tuvo que ir tres días a México de trabajo y yo me tuve que quedar solo con los dos peques. Vaya palizón. Nostros tenemos las tareas domésticas muy repartidas, pero los hombres no somos conscientes de que, realmente, la carga de los niños la llevan ellas. Y solo nos podemos dar cuenta, si te quedas SOLO con tus hijos durante 3 o 4 días. Entonces calibrarás lo que supone ser padre/madre soltero/a... ufffff.
Con más sueño que una marmota, pero con la ilusión de un niño con zapatos nuevos, arranco motores y empiezo a surcar las azules aguas del mediterráneo. Insisto en lo de azules porque normalmente suelen estar más bien color chocolate con churros. El mar está planchado y mi barca se desliza sobre el agua como una piedra plana botando sobre un charco. Ni se menea, el motor ni se oye. Que placer de navegada. El viento es caliente, el sol acaricia mi cara. No se puede pedir más.
Llego al pesquero, fondeo y preparo mi equipo. Ponerte el equipo sin vientos, ni olas te da una tranquilidad pasmosa y tus pulsaciones bajan. El traje de 3mm será el ideal para esta jornada. Como fusil escojo el 100 al que le hecho un brico cojonudo para aprisionar la varilla contra el cabezal. Es de cabezal cerrado, pero he fallado más de un tiro tirando al revés en las cuevas, así que de esta manera irá perfect.
Encadeno las primeras apneas y veo poco movimiento. Mucho sargo pero poca cosa de interés. Para mí, interesante es corba y/o mero. Tras varias bajadas infructuosas, llego a una zona con bastante comezón y de repente me aparece un cabezón por mi derecha. Joderrr, que susto!!! Era una jodida ballesta. Me estuvo acompañando durante toda la jornada. Y al final, de tanto insisitir, consentí que se viniera conmigo. Su carne blanca y sin espinas seguro que hará las delicias de los peques.
Sigo el itienario con una triste ballesta en el zurrón. Que dura es la pesca en el mediterráneo!! Tantos años pescando y que cueste tanto sacar un mísero pescado! No entiendo como alguien que empiece ahora en mi zona pueda llegar a coger la suficiente afición como para continuar. Yo si empezase ahora tardaría un siglo en sacar un mísero sargo. En fin, ley de vida.
Mato un corba despitada y veo que la noche se está echando encima. Está soplando levante suave, el agua está caliente, se ve movimiento de carnada y el sol está cayendo. Se han reunido las condiciones ideales para hacer una intentonta dentoniana. Todavía es un poco pronto para los dentones gordos en mi zona, y no suelo ponerme con ellos hasta que recibo de noticias de avistamientos o de capturas. Pero hoy me pica un gusanillo y decido intentarlo.
Anclo el barco a 50 metros del hot point y el viento aleja la barca y las vibraciones de la zona caliente. En la primera bajada veo mucha boga y chirrete y veo como un grupo de sargos picudos nada velozmente escapando de no sé que. Se ve ambiente, se huele el ñaca-ñaca. Sigo con las bajadas silenciosas y los acechos largos por el fondo. El agua está azul cobalto, una pasada. Pocas veces se ve el fondo desde arriba en esta zona. Veo piedras que ni me imaginaba que estaban ahí. El fondo cobra otra dimensión y se ve todo mucho más bonito, más azul y más verde. Me sigo acercando a la zona "D" y de repente, aparecen!! Son un grupo de 5 o 6 dentones de entre 1.5 y 3kg, bastante guerreros. La sensación de que "están en la zona" es superfuerte y estoy casi seguro de que alguno me voy a cepillar. Los pequeños me entran altivos, con movimientros eléctricos, pero yo quiero uno gordo.
Los dentones peques ya no me hacen ilusión. Pensé que nunca llegaría este momento, pero ha llegado. Solo quiero chicha gorda. Así que no disparo. Que bonitos se ven los dentones en el anochecer con el agua tan clara. Todo es de un tono verde-azulado menos las siluetas plateadas de los dentones.
Vuelvo a bajar a ver si aparece uno gordo pero nada, nothing, niente. Rien de rien. Mierrrda!! He perdido mi oportunidad. Tampoco es que me importe mucho, la verdad, pero no se tienen todos los días dentones a tiro. Lo bueno es que todavía no he llegado al hot point y el sol sigue bajando. Me acerco a la zona y me mantengo, en superficie, unos cinco metros alejado del borde, para luego acercame al borde de las piedras por el fondo. De esta manera los dentones no se asustan tanto de esa silueta con cola bifurcada. El agua está caliente y con el 3mm me desplazo sin esfuerzo tanto en vertical, como en horizontal. Es una gozada la sensación de ingravided cuando llevas el traje fino. Así que doy dos golpes duros de aleta hacia el fondo, y luego ya doy varias paladas más suaves hasta que voy cogiendo inercia, llegado al punto neutro caigo en diagonal hasta la base de un gran bolo. Tampoco me quiero placar mucho al fondo porque luego tengo que remontar el cantil, así que una vez sobrepasada la cima del bolo, me desplazo por el fondo con el fusil apuntando hacia arriba, hacia al filo del canto. Ahora los movimientos son en cámara lenta y siempre con la vista puesta en la dirección de la flecha. Voy asomando poco a poco y cuando ya empiezo a ver la plataforma, un pedazo de dentón me sorprende por mi derecha, muy cerca. Vaya mierda!!! Veo que se va. Me quedo inmóvil a ver si se digna a volver, me siento seguro.
El tiempo va pasando y al límite de la plataforma, aparece la inconfundible silueta de la cabeza de un mero. Mala elección, para el mero. No sabe que soy un merero disfrazado de dentonero
. Pero al mero lo dejo para el día siguiente, que ahora es momento de dentudos. El dentón se ha alejado hasta el límite de visibilidad pero sigo viendo sus reflejos en la distancia. Veo que está pronunciando un círculo muy grande, siendo yo el centro. Cuando la circunferencia se va a intersectar con el borde del cantil, el cabezón me encara. Prepárate!! El tío ha hecho un barrido para tranquilizarse y ahora va a venir, con las mangas remangadas, a echarme de su corral. Viene, viene, coño que viene de verdad!!
A menos de un metro de la punta de la flecha veo su voluminosa cabeza y su pontente mandíbula con aires claramente desafiantes. Ha llegado el momento de disparar, tengo el dedo tenso en el gatillo. De hecho, el dedo ya ha efectuado casi todo su recorrido y el fusil se disparará en cualquier momento. Pero lo veo confiado y sé que no va a explotar. Mantengo el dedo unas décimas más en su posición y espero a que gire, odio los tiros frontales. Cuando me empieza a enseñar el ojo, mi dedo se rinde a su impulso y la varilla sale rauda al encuentro de su trofeo. Suena, cloc. El dentón se queda haciendo el pino, con potentes convulsiones de su aleta caudal, las cuales noto claramente. Pero se recompone en un santiamén y emprende una despavorida huida por le fondo. No tiene escapatoria, el tiro aunque efectuado con un 100 monogoma, ha sido bueno. La magnífica silueta rosada intenta adentrarse debajo de una losa pero la banderilla y la tensión del hilo se lo impiden, en eso momento ceja en su esfuerzo y se da por vencido. Lo voy subiendo sin grandes aspavientos y voy disfrutando de cada segundo. Ya lo tengo casi a mano, me sumerjo un poco para agarrarlo con dulzura como se agarra a un objeto precioso, pero cuando ya lo tengo bien cogido, lo pego contra mí, como si fuera el amor de mi vida. Vaya momento, es mio!! Me siento feliz, estoy solo, en mitad del mar. No hay nadie en kilómetros a la redonda, ni barcos, ni gente, ni nada. Estoy yo solo con mi magnifíca captura y no entro en mí de satisfacción. Contemplo una vez más sus colores con los últimos rayos y salgo raudo a puerto, con una sonriza que no me cabe en la cara. UUUU-YYYEA.
Foto con el móvil de mi mujer. Siento la calidad, con el cabezón del bebé por un lado y con Jorge que casi le clavo una espina.
<br /><br />Anclo el barco a 50 metros del hot point y el viento aleja la barca y las vibraciones de la zona caliente. En la primera bajada veo mucha boga y chirrete y veo como un grupo de sargos picudos nada velozmente escapando de no sé que. Se ve ambiente, se huele el ñaca-ñaca. Sigo con las bajadas silenciosas y los acechos largos por el fondo. El agua está azul cobalto, una pasada. Pocas veces se ve el fondo desde arriba en esta zona. Veo piedras que ni me imaginaba que estaban ahí. El fondo cobra otra dimensión y se ve todo mucho más bonito, más azul y más verde. Me sigo acercando a la zona "D" y de repente, aparecen!! Son un grupo de 5 o 6 dentones de entre 1.5 y 3kg, bastante guerreros. La sensación de que "están en la zona" es superfuerte y estoy casi seguro de que alguno me voy a cepillar. Los pequeños me entran altivos, con movimientros eléctricos, pero yo quiero uno gordo. <br /><br />Los dentones peques ya no me hacen ilusión. Pensé que nunca llegaría este momento, pero ha llegado. Solo quiero chicha gorda. Así que no disparo. Que bonitos se ven los dentones en el anochecer con el agua tan clara. Todo es de un tono verde-azulado menos las siluetas plateadas de los dentones. <br /><br />Vuelvo a bajar a ver si aparece uno gordo pero nada, nothing, niente. Rien de rien. Mierrrda!! He perdido mi oportunidad. Tampoco es que me importe mucho, la verdad, pero no se tienen todos los días dentones a tiro. Lo bueno es que todavía no he llegado al hot point y el sol sigue bajando. Me acerco a la zona y me mantengo, en superficie, unos cinco metros alejado del borde, para luego acercame al borde de las piedras por el fondo. De esta manera los dentones no se asustan tanto de esa silueta con cola bifurcada. El agua está caliente y con el 3mm me desplazo sin esfuerzo tanto en vertical, como en horizontal. Es una gozada la sensación de ingravided cuando llevas el traje fino. Así que doy dos golpes duros de aleta hacia el fondo, y luego ya doy varias paladas más suaves hasta que voy cogiendo inercia, llegado al punto neutro caigo en diagonal hasta la base de un gran bolo. Tampoco me quiero placar mucho al fondo porque luego tengo que remontar el cantil, así que una vez sobrepasada la cima del bolo, me desplazo por el fondo con el fusil apuntando hacia arriba, hacia al filo del canto. Ahora los movimientos son en cámara lenta y siempre con la vista puesta en la dirección de la flecha. Voy asomando poco a poco y cuando ya empiezo a ver la plataforma, un pedazo de dentón me sorprende por mi derecha, muy cerca. Vaya mierda!!! Veo que se va. Me quedo inmóvil a ver si se digna a volver, me siento seguro. <br />El tiempo va pasando y al límite de la plataforma, aparece la inconfundible silueta de la cabeza de un mero. Mala elección, para el mero. No sabe que soy un merero disfrazado de dentonero ;D. Pero al mero lo dejo para el día siguiente, que ahora es momento de dentudos. El dentón se ha alejado hasta el límite de visibilidad pero sigo viendo sus reflejos en la distancia. Veo que está pronunciando un círculo muy grande, siendo yo el centro. Cuando la circunferencia se va a intersectar con el borde del cantil, el cabezón me encara. Prepárate!! El tío ha hecho un barrido para tranquilizarse y ahora va a venir, con las mangas remangadas, a echarme de su corral. Viene, viene, coño que viene de verdad!! :o<br />A menos de un metro de la punta de la flecha veo su voluminosa cabeza y su pontente mandíbula con aires claramente desafiantes. Ha llegado el momento de disparar, tengo el dedo tenso en el gatillo. De hecho, el dedo ya ha efectuado casi todo su recorrido y el fusil se disparará en cualquier momento. Pero lo veo confiado y sé que no va a explotar. Mantengo el dedo unas décimas más en su posición y espero a que gire, odio los tiros frontales. Cuando me empieza a enseñar el ojo, mi dedo se rinde a su impulso y la varilla sale rauda al encuentro de su trofeo. Suena, cloc. El dentón se queda haciendo el pino, con potentes convulsiones de su aleta caudal, las cuales noto claramente. Pero se recompone en un santiamén y emprende una despavorida huida por le fondo. No tiene escapatoria, el tiro aunque efectuado con un 100 monogoma, ha sido bueno. La magnífica silueta rosada intenta adentrarse debajo de una losa pero la banderilla y la tensión del hilo se lo impiden, en eso momento ceja en su esfuerzo y se da por vencido. Lo voy subiendo sin grandes aspavientos y voy disfrutando de cada segundo. Ya lo tengo casi a mano, me sumerjo un poco para agarrarlo con dulzura como se agarra a un objeto precioso, pero cuando ya lo tengo bien cogido, lo pego contra mí, como si fuera el amor de mi vida. Vaya momento, es mio!! Me siento feliz, estoy solo, en mitad del mar. No hay nadie en kilómetros a la redonda, ni barcos, ni gente, ni nada. Estoy yo solo con mi magnifíca captura y no entro en mí de satisfacción. Contemplo una vez más sus colores con los últimos rayos y salgo raudo a puerto, con una sonriza que no me cabe en la cara. UUUU-YYYEA. ;)<br /><br />Foto con el móvil de mi mujer. Siento la calidad, con el cabezón del bebé por un lado y con Jorge que casi le clavo una espina. :D ;D :D<br /><br />[img]http://img829.imageshack.us/img829/5064/dentonseptiembre2010.jpg)
