Pues después de tres años de secano, el verano pasado de vuelta al mar bastante triste por no conocer la provincia (Tarragona) y por continuos problemas de compensación, una operación de tabique y reducción de cornetes y tres meses de recuperación, vuelvo a la pesca la semana pasada.
Salgo el primer día y compenso de muerte,
cojo un sargo de algo más de un kilo y después de quince bajadas me piro congelado y sin fuerza en las piernas.
Hoy vuelvo, paliza de nadar, ni un disparo, y cuando me canso de no ver nada decido irme. Antes me paso por unas piedras en las que nunca había pescado nada. Y voilà, allí estaba el pescado.
Primero la urta, que me deja flipando (no tenía ni idea de que hubiera por aquí), después el dentón y después el soldado. 2'300; 4 y 3'300 kilos respectivamente, todo en media hora y a poco fondo.
Siempre he pensado que las mejores armas de pesca son la ilusión y la constancia, y sabía que tarde o temprano volverían las buenas piezas