Alerta en el mar con final feliz
Albi se preocupó por su amigo Ayose y alertó al 1-1-2 al ver que su compañero de pesca no aparecía pasadas dos horas
A la izquierda, Antonio Ayose Monzón, el presunto desaparecido junto a su amigo Albi Delgado, ayer. QUESADA
M. P. P. Lo que parecía que iba a ser una jornada de pesca submarina entretenida en Agaete, terminó ayer en un gran susto para Albi Delgado. El temor a que su amigo, Antonio Ayose Monzón, pudiera estar ahogado porque le había perdido la pista en el mar le hizo alertar a los servicios de emergencias del 1-1-2, y tras una búsqueda por aire desde el helicóptero del Grupo de Emergencias fue localizado.
Pero en realidad, el joven no estaba en apuros y aunque oyó el ruido del helicóptero no se percató de todo el operativo que se había montado para rescatarle hasta que se le acercó la embarcación de Protección Civil que, por supuesto, le sacó del mar.
Mientras un joven no veía el momento de que concluyera el rescate, su amigo lamentaba en cierto modo que interrumpieran su pesca. En el instante del rescate, la única preocupación del submarinista era hacerse con nuevas capturas para añadirlas al medregal y el lebrancho que ya llevaba enganchados a un costado.
Parece que ambos jóvenes habían organizado una jornada de pesca submarina en una zona de Agaete conocida por las piscinas naturales. Era la primera vez que Albi, de Telde, y Antonio Ayose, de San Mateo, decidían practicar juntos este deporte. Fue a través de una página de Internet sobre submarinismo como entablaron contacto y acordaron lanzarse al mar juntos.
Con el traje de buceo, las capturas colgadas, la fija en una mano, y casi entre risas, Antonio Ayose Monzón explicaba que comenzó a practicar la pesca submarina desde hace unos dos años, y ayer había advertido a su amigo que él tenía costumbre de pasar hasta cinco horas seguidas en el mar. Sin embargo, esta advertencia no la entendió Albi Delgado, quien invadido por el pánico decidió salir a pedir ayuda.
Aun ya cuando todo había pasado, este joven seguía nervioso y advertía a su compañero que "no se lo podía tomar a broma porque lo había pasado mal en los momentos del rescate".
Según explicaron, se adentraron a pescar sobre las diez de la mañana, y fue sobre las doce y media cuando le entró el miedo porque el estado de la mar, embravecido, le hizo temer por la vida de su amigo.
Pero, el día lo recordarán también porque fueron sancionados por la Guardia Civil por no ir provistos de las respectivas boyas. Si bien los dos amigos argumentaron que las perdieron, la utilización de la boya hubiera permitido a Albi ver a su compañero y no se hubiese alarmado.
http://www.laprovincia.es/sucesos/2009/09/03/alerta-mar-final-feliz/255046.html